Cuidado de la salud

Antes de dar consejos revisemos nuestros propios hábitos

Por la licenciada Viviana Wons

 

Solemos proponer a nuestros pacientes que deben moverse más, seleccionar mejor sus alimentos, descansar adecuadamente y abandonar el consumo de cigarrillo.

Seguramente realizamos esta tarea confiando en que estos consejos son los mejores para ellos pero deberíamos preguntarnos si nosotros cumplimos con esas mismas premisas o si, por el contrario, actuamos como meros “repetidores de consejos”.

 

Es que es muy difícil transmitir recomendaciones que nosotros mismos no llevamos a la práctica.

Sólo si pudiéramos “ponernos en la piel” de nuestros pacientes, aunque fuera por un rato, comprobaríamos cuán difícil es cambiar hábitos que vienen de larga data.

 

Por eso le sugiero que se proponga realizar usted mismo algunas acciones concretas para comprobarlo, tal como podría ser cumplir con 4 a 6 comidas diarias. ¡Inténtelo  aunque salga temprano por la mañana y regrese recién por la noche!

Compruebe cuán fácil o difícil le resultará llevar consigo los alimentos para efectuar sus propios almuerzos o meriendas, o bien cuán oneroso puede resultarle realizar esas comidas en restaurantes o confiterías.

Intente anotarse en un gimnasio o cumplir con la tan aconsejada caminata diaria de 30 minutos. Pregúntese si le resulta posible llevarlo a la práctica o si, por el contrario, no le alcanzan las horas del día para lograrlo.

 

¿Ya dejó el cigarrillo?

¿Descansa lo suficiente?

¿Cumple con los controles anuales de salud?

¿Destina parte de su tiempo libre para efectuar tareas que “le llenen el alma”?

 

Si ya está cumpliendo con varias de estas conductas positivas ¡felicitaciones! Usted podrá realizar indicaciones más precisas y eficaces ya que conocerá los inconvenientes que pueden entorpecer su normal desarrollo. Estará, seguramente, en inmejorables condiciones para explicar cómo se pueden realizar, cuál es la mejor manera de consumarlos y qué soluciones puede sugerir para facilitar el logro de los objetivos.

 

Pero, opuestamente, si no practica personalmente esas conductas saludables ¡deje de pedir a sus pacientes que cumplan con lo que usted no hace!

 

La mejor forma de inculcar consejos saludables es estar convencido de su eficacia y experimentarlos uno mismo. Caso contrario, si no se practica lo que se proclama,  es factible desconocer las dificultades que pueden presentarse a la hora de pretender “ser saludable” y cuáles son las sensaciones que se perciben al aplicar las distintas recomendaciones.

 

Si usted pregona con el ejemplo será posible establecer un mayor compromiso con su paciente, colaborando con su adherencia al cumplimiento de acciones beneficiosas para su salud.

 

Una vez más, las frases de uso popular vienen a nuestro auxilio, como la que dice: “Un ejemplo vale más que mil palabras.”


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